¡¡Buenas!!
No he escrito porque estoy a tope, y en realidad hoy no
tengo mucho tiempo pero… llevo un día que merece contarlo…
Resulta que mañana me voy de viaje a la parte suiza-italiana
(Lugano y Bellinzona) y al norte de Italia, tiene muy buena pinta, es un viaje
organizado por la universidad y por lo tanto muy barato… así que estupendo.
Ahora bien, hoy me doy cuenta de que no tengo ropa limpia (no tengo bragas y
los pantalones que llevaba puestos eran los únicos que me quedaban limpios) así
que, ya que esta mañana se me ha olvidado reservar la lavadora, hoy llego
corriendo de la universidad y digo voy a ver si hay plaza y si… había hasta las
7 así que perfecto.
Subo a casa, preparo la lavadora, bajo, meto toda mi ropa en
la lavadora, la cierro y en ese momento hay que introducir una tarjeta con
saldo que se consigue cuando entras en la residencia y que hay que ir recargando
con el conserje (importante recordar que el conserje trabaja sólo media hora al
día de 8 a 8 y media de la mañana, con horario suizo así que… ninguna excepción
se puede hacer a ese horario) Pues bien, yo no había recargado aún… más que la
primera vez y todo había funcionado bien. Pero volviendo a la historia… una vez
que la ropa está dentro, el detergente puesto y todo preparado la tarjeta marca
“saldo insuficiente”… ¿Cuál es mi reacción? Pues bien, quitar la tarjeta y
pensar… total las bragas cuento bien y si me hacen falta lavo a mano y los
pantalones igual… me voy al botoncito de la llave (para abrir la lavadora) y….
ese botón no funciona si no hay una tarjeta con crédito para abrir la máquina (¡será
para que no roben la ropa!)
Hasta aquí: Tengo la ropa encerrada en una lavadora que no
puedo abrir.
Reacción lógica: voy a pedir la tarjeta a un compañero de
piso o vecino para abrir la máquina aunque sea. Subo otra vez a mi piso: ningún
compañero, subo más arriba, un vecino español que tampoco está y en este
momento entramos en pánico: ropa sucia encerrada y ninguna forma fácil de abrir
la lavadora. Así que empieza la alarma roja: Bea ha realizado una brevada y hay
que intentar solucionarlo como sea así que vamos a Facebook… escribimos nuestro
problema en el muro y comenzamos a buscar solución. Resultado: La mitad de
Lausanne buscando sus tarjetas… en menos de 5 minutos tenía dos tarjetas
potencialmente válidas (pero en dos puntos diferentes de Lausanne) y a todo el
mundo pensando cómo podía abrir la lavadora.
En ese momento un vecino de la puerta de al lado del cuarto
de la lavadora me escribe y me dice… yo tengo, estoy en casa y te espero aquí…
madre mía… me ha salvado la vida… En este momento todas mis bragas y pantalones
se están lavando felizmente.
Subo a casa, comienzo a recoger la habitación y a recoger el
paraguas que usé ayer porque llovía bastante me fijo bien porque ayer me mojé
aunque llevaba paraguas y… ¡tiene goteras! Así que ya puede empezar a hacer
bueno porque no tengo paraguas y el chubasquero me lo dejé en Madrid…
Como veréis la vida en Lausanne sigue su ritmo. Y nada, por
cerrar esto poniéndoos un poco la día, todo sigue bien, muchos trabajos que
entregar, comenzando a estudiar para los exámenes y sigo viajando: mañana me
voy tres días al “Tesin” que es la parte italiana de Suiza y a Italia. Y el
finde pasado estuvieron aquí unos amigos y estuve también moviendo un poco el
culete. La foto es de uno de los estupendos atardeceres de este fin de semana. Así que estupendo.
Os dejo, voy a ver como evoluciona la lavadora y a intentar
organizar mi vida.
Un besote a tod@s!